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Carta I

Sr. A: Tecnicamente ya hace un mes, unos cuántos días más, desde su partida.  El mes de febrero me pareció un poco tramposo, como que ni nos dió la oportunidad de poder hacer una conmemoración luctuosa en su nombre, pero de alguna manera, cuando pienso en ello, me viene a la mente que usted tampoco era un hombre religioso, aunque si espiritual. Estos días han sido tan difíciles, que me vertieron la tristeza como una densa sustancia vizcosa y negra que me funde con el suelo.  Algunos días siento que no me deja avanzar. He querido escribirle tantas veces, pero me lleno de rencor y odio al recordar que la carta mas importante que le hice nunca le llegó, y casi de inmediato, me evado de los antes amados tinta y papel. Quiero decirle que aun no he aceptado el hecho de que haya ido. También soy conciente de lo futil que llega a ser este infinito estado de negación, pero los hemisferios cerebrales, aunque bien pudiera ser mi metafórico músculo cardiaco, hace creer que aún puedo negociar su pa
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J. Abel

Estás en todas partes de esta casa que ibas transformando en hogar con los taburetes gemelos y las pinzas de presión para el gas Estás también en el pegamento que cubre el cuadro infantil que cuelga casi impercetible soñandose en piezas diversas que alguna vez fuimos armando Estás en cada palabra refinada que el letargo no llega a entender y en cada libro prestado que también tuvo suerte de ser cuidado por ti Estás en las bromas sobre la comida la preocupación de mi aislamiento el llanto de un gatito perdido y el trayecto eterno al trabajo Estas en este nudo en la garganta y en las líneas que encuentro este dolor con taquicardia este sollozar en silencio que nunca acaba del todo Nunca.

Una Gran Sombra

Sin Abelito

Terreno

Si eso fuera posible, uno tangible para los sentimientos, exclusivo, para cada uno de los habitantes, sería extraño. El mío pudiera ser un desierto, dónde un manto nocturno cubre permanentemente los infinítos granulos ocres. Haría tanto frío, que estaría lejos de evocar un desierto. Uno suele asociar esta estampa climática con grados altos y sequía, pero este en partícular, tan gélido, rayaría en lo surreal.  Como es un desierto, no hay plantas, ni agua, ni nada para que exista vida. Sólo frí y arena. Estoy haciéndolo de nuevo. Demásiado lúgubre. A veces formulo cosas sin pensar demasiado.

Encierro

Eco cardíaco como banda sonora De las gélidas noches sin Morfeo ¡Soy yo quien fuerte implora! ¡Solo una oportunidad deseo! ¿Qué tengo que hacer ahora? Llovizna constante cayendo dentro De nubes como pensamientos grises Vuelvo al pasado y alegre te encuentro ¿Acaso es verdad todo lo que dices? Es intangible el tiempo pero epicentro Pesadilla donde una luz se apagaba ¡El ciclo interminable de la vida! Húmedos los ojos y aún respiraba Torpe corazón la juraba dormida Pero incontables días que no estaba ¿Qué es lo realmente importante? ¿Servir agua hirviente como acto futil y llenarse del brebaje reconfortante? ¿O acaso poder amar de forma sutil? Cerrar los ojos y escuchar el eco distante

Pimienta

Voy a comenzar con una anécdota corta, que puede que esté enfatizando la tristeza que siento ahora. Él nos dejó y casi ni nos dimos cuenta, aunque es verdad que con el paso de los años los recuerdos se diluyen en la memoria, puedo aseverar que fue así. Ciertamente cuando uno es infante las cosas tristes son proclives a ser efímeras, o fácilmente disfrazables. Para ayudar a concentrar la atención de los monigotes abandonados en algo diferente, ella nos dejó tener un minino. ¡Un minino! Lo primero que llega mi mente al pronunciar su nombre es su afición por esconderse dentro del sillón, maullar junto a la puerta del refrigerador y su cuerpo menudo y peludito, monocromático, casi caricaturesco. Era demasiado bueno para ser verdad, y cuándo Él  decidió volver... desapareció, el minino no dejó rastro. Durante muchos años creí que había escapado, quizá había ido a otro hogar o directo al cielo de los gatos. El décimo quinto día del año en curso tuve a Pimienta. Era humo, ceniza,

I thought this time I'd keep all of my promises

J.S; es verdad que la vida, y como dice Robert Smith en una de mis siempre favoritas "A letter to Elise",    every time I try to pick it up l ike falling sand as fast as i pick it up it runs away through my clutching hands  ​ // cada vez que trato de retenerla, como arena que cae, tan pronto como la recojo se escapa entre mis manos empuñadas.  Entonces, no creas en ningún momento que dejé de escribir por falta de interés, sino más bien por mi incapacidad de mantener promesas que involucran el establecimiento de vínculos afectivos, citando nuevamente a Smith, "creí que esta vez si cumpliría mis promesas". Aún nos recuerdo, caminando en la noche, y deshaciéndome, lloraba porque me embriagaba en soledad (y alcohol). Grité tan fuerte en la calle vacía, dije que me encontraba tan lejos de todos, incluso de ustedes, por que no pertenecía a nadie, y prometí que mantendría el contacto de forma escrita. Es casi como si hubiese sido el fin de semana pasado, pero no e