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Una Gran Sombra


Sin Abelito

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Lo siento, no puedo.

Se lo dije ya, al menos veintitantas veces, y me ha regresado el favor si a caso cinco. Lo he pensado tantas veces. ¿Por qué? Tal vez se me da mejor el hablar con fantasmas y recordar errores.  Tal vez, como al del pequeño pelirrojo, no se hizo para mi organismo. Entra por los ojos y sale como un estornudo. Se disuelve como sal en el agua. Me ha dicho que no soy flexible, y por eso es que se rompe cono el cristal, y no se retuerce como un elástico sobre su cabello. Se queman las cuerdas vocales, el rechinido proviene del oxido por su falta de uso, metálico y frío, como tú cuando prometiste la noche.  Cada vez lo digo con más fuerza, lo podría gritar, pero no es necesario no necesito decirlo fuerte para creerlo,  por eso lo digo quedito y lo pienso de cuando en cuando para cuando lo escuches por última vez. Ese lugar en el viaje, ya estaba ocupado. Tengo tareas que acabar y hacer fila, para hacer fila.

The Perks on Being a Wallflower: mas de lo que parece. Chops.

I nteresante poema. No sé si alguna vez has sentido eso. Que quisiste dormir por mil años.  O solo no existir. O solo no estar consciente de que existes. Es por eso que estoy tratando no pensar. Solo quiero que todo deje de dar vueltas. The Perks on Being a Wallflower, o también, las ventajas de ser invisible, fue primero para mi una película que me pedía a gritos que la mirase por el soundtrack de The Smiths que llevaba. La verdad es que por diversas razones no había podido verla, pero cuando por fin se dio la ocasión no pude evitar buscar el libro y consumirlo como agua en un día caluroso. De eso hace ya un año y medio mas o menos.  A partir de entonces no pude dejar de hablar, de ver una y otra vez la película, de recomendar el libro y de citar sus frases. Durante mucho tiempo me retumbaron en la cabeza. Y más el hecho, de que cuando vi por primera vez la película no sabía que estaba pasando. No lo entendía. Solo me dolía mucho el estomago, y cuando por fin lo en

¿Por qué no vas?

Existe la posibilidad de que no me encuentre del todo bien en estos momentos. Hace unos momentos sentí cómo alguien con suéter de lana se compadecía de mi mientras un hombre preguntaba a un grupo de personas, con un tono demandante, quién era el siguiente, o en todo caso, quien faltaba. Juro que alguien me toco la espalda. Tal vez no estaba en mis cinco sentidos, pero ¿lo estabas tú? Todo sonaba bastante lógico y de repente todo era negro. A veces había espirales de colores azul turquesa, en la cara de todos, como una pantalla de humo. Poco común. Aunque debo admitir que me llevó a sentirme encerrada en un closet. Detrás de un sillón. Pidiendo ayuda. Cuando veía el piso me trasportaba a ese lugar, la casa amarilla en la solíamos vivir. Y dos lagrimas escurrieron de mis ojos. Traté de sostener su mano, pero no me dejó. Estoy sudando, sudando mucho. Siento que se esta quemando la cara. Ella me miro con sus ojos negros. -un momento, ¡ella no tiene ojos negros!- Siga hablan